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El sorprendente cambio en el cerebro de los perros

El sorprendente cambio en el cerebro de los perros
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

A lo largo de la historia, el cerebro de los perros ha cambiado tanto en complejidad como en tamaño para adaptarse a compartir su vida con humanos. Tal y como señalan los expertos, el cerebro de los perros actuales es muy diferente no solo del de los lobos, sino también del de los primeros perros que habitaron la Tierra.

La razón es que el cerebro de los perros ha evolucionado de una manera muy específica para adaptarse al entorno social que supone la convivencia con humanos, quienes los han criado para funciones muy diversas como animales guardianes, de compañía o cazadores.

¿Cómo ha cambiado el cerebro de los perros?

Investigadores de la Universidad Eötvös Loránd de Hungría (ELTE) han realizado un estudio publicado por la revista ‘Evolution’ en el que analizan la evolución del cerebro de los perros con el paso del tiempo. Para ello, han realizado tomografías de 865 cráneos correspondientes a 159 razas de perros distintas y 48 lobos.

A partir de las tomografías, han reconstruido el tamaño de los cerebros y han llegado a dos conclusiones relevantes. Por un lado, los lobos tienen un cerebro más grande que el de los perros: 130 y 110 centímetros cúbicos de volumen, respectivamente.

Y, por otro lado, al comparar entre las diferentes razas de perros, los investigadores se dieron cuenta que el volumen de su cerebro en relación al tamaño del cuerpo es más grande cuanto más se diferencian genéticamente de los lobos.

Es decir, aunque en un primer momento la transición de lobos a perros hizo que el tamaño del cerebro disminuyera, posteriormente la evolución de los perros como especie independiente se ha acompañado de un crecimiento de este órgano.

Pueden parecer resultados contradictorios, pero tienen una explicación muy lógica. En líneas generales, el cerebro de los animales domesticados es más pequeño que el de sus ancestros salvajes porque su vida es más segura y no necesitan muchos de los mecanismos de defensa.

Un cerebro grande ofrece una serie de ventajas, pero también conlleva más gasto de energía y, por lo tanto, una mayor demanda de alimento. “En el entorno seguro proporcionado por los humanos, no hay que temer el ataque de los depredadores o cazar para obtener comida. Por lo tanto, no hay necesidad de mantener un cerebro grande y energéticamente costoso, y esta energía que ahorran pueden dedicarla a otros propósitos como la reproducción, que es más importante en los animales domésticos”, explican los investigadores, según recoge ‘National Geographic’.

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